LOS PACIENTES CON FRACTURA VERTEBRAL OSTEOPORÓTICA DEBEN SER EVALUADOS
LA OSTEOPOROSIS
La osteoporosis se define por la Sociedad Española de Reumatología como “una enfermedad esquelética difusa caracterizada por una disminución generalizada de la resistencia ósea que predispone a un mayor riesgo de fracturas por fragilidad”. Las fracturas por fragilidad se definen como fracturas producidas por un traumatismo de bajo impacto o espontáneas. La incidencia de las fracturas osteoporóticas debido al envejecimiento de la población en España están en constante aumento. Se estima incluso que tal incremento podría alcanzar una incidencia cerca del 40% en 2025 el la población adulta, lo que supondrá un importante incremento del gasto sanitario. Dentro de las fracturas osteoporotícas, destacan por su especial incidencia y gravedad la fractura de cadera y la fractura vertebral (FV). En este blog nos vamos a centrar en la importancia de esta última.
LA FRACTURA VERTEBRAL OSTEOPORÓTICA
Se estima que al menos 1 de cada 5 hombres y mujeres con una edad superior a los 50 años presenta al menos una FV osteoporótica. La presentación habitual de la fractura vertebral (FV) osteoporótica suele ser la aparición de un dolor agudo y brusco en la zona lumbar o dorsal. En ocasiones el paciente puede notar un “chasquido” coincidente con la aparición del dolor, que puede irradiar según la altura de la vértebra aplastada hacia el tórax o hacia el abdomen (en forma de “cinturón o faja”). Pero también existe un alto porcentaje de casos en los que se producen de manera asintomática y sólo se descubren de manera casual en una radiografía realizada por otro motivo. Las FV osteoporóticas se pueden acompañar de una importante comorbilidad: principalmente dolor incapacitante, deformidades asociadas, trastornos del ritmo intestinal secundarios y necesidad de analgésicos. Además, este dolor agudo y crónico provocado por las FV conlleva un deterioro de la calidad de vida, así como a una disminución de la independencia en las actividades de la vida diaria del paciente, sobre todo aquellos de edad avanzada.La gravedad de los síntomas es directamente proporcional al número de FV sufridas.
EL RIESGO DE NUEVAS FRACTURAS
Debemos tener en cuenta que los pacientes que han sufrido una FV osteoporótica tiene una alto riesgo de volver a sufrir otra FV. Y este riesgo está aumentado principalmente durante el primer año de la primera FV. Y se estima que el 25-30% de los pacientes con al menos 2 FV sufrirán una nueva refractura en el periodo de dos años. Ademas, el número de FV sufridas está directamente relacionado con el aumento de la mortalidad y el deterioro de la calidad de vida de los pacientes.
Por lo dicho previamente, es sumamente importante identificar a los pacientes que han sufrido una FV osteoporótica para intentar evitar, en la medida de lo posible, que sufran nuevas refracturas vertebrales, sobre todo durante el primer año, donde el riesgo está claramente aumentado. Por otra parte, el haber tenido una FV, predispone a tener otra fractura osteoporótica de distinta localización como fractura de cadera o muñeca entre otras.
IDENTIFICANDO A LOS PACIENTES CON FRACTURA VERTEBRAL
Para ello, es importante identificar a los pacientes que han sufrido una FV osteoporótica. Esta labor de identificación y concienciación conlleva entonces una estrecha colaboración con los Servicios principalmente de Atención Primaria, Traumatología, Urgencias, Rehabilitación o Neurocirugía y que los casos de fracturas vertebrales sean identificados en ese momento para ver si es necesario la derivación para valoración. Porque a los pacientes que han sufrido una FV, se les debe realizar un estudio para realizar un diagnóstico sobre el tipo de osteoporosis que padece y para pautar un tratamiento farmacológico lo más precoz posible para disminuir el riesgo de nuevas refracturas vertebrales. Dado que además disponemos en la actualidad de múltiples grupos de fármacos utilizados para el tratamiento de la Osteoporosis, siendo los más utilizados los bifosfonatos, la teriparatida (análogos de PTH), los anticuerpos monoclonales contra el ligando RANK (denosumab) y más recientemente Ac monoclonales contra esclerostina (romosozumab). Son fármacos que han demostrado eficacia en la reducción de nuevos eventos de fractura, pero no están exentos de efectos secundarios y deben vigilarse por médicos acostumbrados a su manejo.
En resumen, la fractura vertebral osteoporótica (espontánea o de bajo impacto) es una de las fracturas osteoporótica más frecuentes que se acompaña de un importante deterioro de la calidad de vida de nuestros pacientes. El haber sufrido una FV osteoporótica implica un alto de riesgo de volver a padecer otra, por lo que es necesario que el paciente sea derivado para estudio y, en función de cada caso, la instauración de un tratamiento precoz para disminuir, en la medida de lo posible, el riesgo de refractura vertebral. Nuestro objetivo en mejorar la calidad de vida y mantener la funcionalidad e independencia de nuestros pacientes va ligado a que consigamos evitar la aparición de estas nuevas fracturas.