Me duele la rodilla. ¿Por qué? ¿Qué puedo hacer?
El dolor de rodilla puede aparecer a cualquier edad, en jóvenes sobre todo si practican deporte, pero es más frecuente a partir de los 40 años en la población general.
También es común tras una caída, una torcedura, un golpe, por deporte o cualquier otra actividad que pueda ocasionar un daño o desgaste en la rodilla. Algunas enfermedades autoimunes como la artritis reumatoide o la psoriasica también pueden provocar el dolor de rodilla.
Es decir, que en cualquier momento podemos decir “me duele la rodilla”. Y, cuando eso ocurre, sobre todo, cuando el dolor de rodilla no es momentáneo o esporádico, debemos acudir a la consulta del especialista reumatólogo.
Vamos a conocer con más detalle los síntomas, así como las causas que se pueden encontrar en el origen del molesto, y en ocasiones incapacitante, dolor de rodilla.
Síntomas del dolor de rodilla
El dolor de rodilla puede ir acompañado de otros síntomas, como inflamación, aumento de temperatura de la zona, eritema y rigidez articular, crujidos, quemazón, sensación de debilidad o incluso de inestabilidad o bloqueos del movimiento.
Por ello, si notas que no puedes aguantar peso en la rodilla, la tienes inflamada, presenta alguna deformidad, no puedes estirarla bien y dolor persistente, debes pedir cita con el especialista reumatólogo para que estudie dónde está el origen de la patología de tu dolor de rodilla, haga un diagnóstico y prescriba el tratamiento.
¿Por qué me duele la rodilla? Causas de la rodilla dolorosa
Como hemos comentado anteriormente las causas del dolor de rodilla son variadas.
Lesiones estructurales:
Pueden estar afectados los ligamentos (link post 1 dolor), cartílagos, tendones o el hueso. Algunas de las lesiones más frecuentes que originan el dolor de rodilla son, entre otras, las siguientes:
- Fracturas: por una caída, un fuerte golpe, un accidente, una colisión brusca.
- Tendinitis rotuliana: aparece, sobre todo, en corredores, esquiadores, ciclistas, deportistas que practican salto y, en general, actividades que implican choque contra el suelo generando la inflamación del tendón rotuliano. Pero no solo esto, las enfermedades autoinmunes como las espondiloartritis también lo pueden inflamar sin necesidad de ningún traumatismo.
- Bursitis: la repetición de movimientos o presión persistente sobre la bursa pueden acabar inflamándola, produciendo aumento de volumen y dolor, incluso cambio de coloración de la zona.
- Desgastes y roturas de los meniscos: practicando deporte, cargando peso y girando la rodilla repentina y rápidamente. Por enfermedades degenerativas como la artrosis o por calcificaciones de los meniscos como en las artritis microcristalinas, como la condrocalcinosis.
- Artrosis: es el daño provocado por adelgazamiento y pérdida del cartílago que recubre el hueso y las diferentes estructuras que intervienen en el movimiento y estabilidad de la articulación. El cartílago articular y los meniscos ayudan a reducir la fricción y el impacto de los movimientos, la simple caminata o estar de pie, al reducirse o dañarse este tipo de almohadilla natural se produce el dolor al chocar los huesos sin la protección adecuada, se puede llegar a producir aumento del líquido articular (llamado derrame) e incluso impotencia funcional. El dolor puede ser leve, al principio, o desencadenarse intenso desde el principio del cuadro. Este desgaste suele ser lento a lo largo del tiempo durante años, aunque el proceso también se puede acelerar si se produce una lesión o una infección en las articulaciones.
El especialista reumatólogo determinará, tras examinar y hacer las pruebas médicas diagnósticas pertinentes, qué tipo de lesión es la que ha llevado al paciente a consulta.
Artritis
Algunos tipos de artritis pueden ser también la causa del dolor de rodilla. Son muchas y muy variadas las patologías que pueden llegar a producir una artritis de rodillas, unas de las más frecuentes son:
- Artritis reumatoide: una enfermedad autoinmune sistémica, que usualmente afecta también a las pequeñas articulaciones de las manos y pies, con gran tumefacción e incapacidad de movilidad, sin tratamiento es devastadora, produciendo grandes deformidades permanentes. Actualmente contamos con tratamientos efectivos para el control de la misma y evitar lesiones de por vida.
- Espondiloartritis: clásicamente se reconoce un predominio de artritis de las articulaciones de las extremidades inferiores en este grupo de enfermedades, dentro de las cuales se encuentra la espondilitis anquilosante o Anquilopoyética, la artropatía psoriásica, la asociada a enfermedad intestinal inflamatoria crónica entre otras. Pueden llegar a ser tan limitantes y dejar tantas secuelas como la artritis reumatoide. Igualmente contamos con efectivos tratamientos para su control.
- Gota: se produce cuando se acumulan cristales de ácido úrico en los diferentes tejidos que componen la articulación. La gota puede afectar cualquier articulación, no solo al dedo gordo del pie (llamada podagra). Actualmente se conoce del depósito de estos cristales en otros órganos, como en el riñón, así como, la implicación de los elevados niveles de ácido úrico en el aumento del riesgo cardiovascular.
Qué pruebas me pueden pedir ante el dolor de rodilla
El reumatólogo hará inicialmente una exploración visual cuando el paciente llega a consulta. Identificará zonas inflamadas, posibles deformidades, presencia de derrame articular, comprobará los arcos de movimiento, maniobras para ver integridad de las diferentes estructuras q componen la rodilla y valorará el aspecto de la piel. Indagará sobre otros síntomas e incluso preguntará sobre síntomas fuera de la articulación.
Si cuenta con ecógrafo dentro de la consulta, seguramente realice dicha prueba en ese momento.
Tras esa primera exploración con la que se inicia el historial del paciente (link post 4 historia médica) el especialista reumatólogo indicará qué tipo de pruebas son más recomendables en cada caso: radiografías simples o convencionales en diferentes posiciones y en carga, resonancia magnética y analíticas, entre las más frecuentes.
Tratamientos
- Medicación: el reumatólogo puede prescribir medicamentos para aliviar el dolor, como analgésicos o anti inflamatorios. Si se considera necesario puede iniciarse una pauta de corticoides orales y ya establecido el diagnóstico de una enfermedad autoinmune, se iniciarán los tratamientos anti reumáticos pertinentes en cada caso, así como los fármacos que reducen los niveles de ácido úrico si fueran precisos. Así como condroprotectores en el caso de artrosis.
- Fisioterapia: con la finalidad de fortalecer los músculos alrededor de la rodilla, mejorar la flexibilidad y reducir la inflamación. Aunque si hay derrame articular inicialmente se indicará reposo, posteriormente se puede contemplar la posibilidad de inicio de rehabilitación o ejercicios guiados en casa
- Artrocentesis e Infiltraciones: en determinados casos, pueden ser necesarias tanto la extracción de líquido articular, como la infiltración de corticosteroides, ácido hialurónico, colágeno o factores de crecimiento intra articulares o peri articulares, según sea el caso.
- Asimismo, si se considera oportuno, se remitirá a valoración quirúrgica.
El reumatólogo te puede tratar y acompañar en las diferentes fases de tu patología.