Diagnóstico precoz y seguimiento de la Espondilitis Anquilosante
La Espondilitis Anquilosante (EA) es una enfermedad inflamatoria crónica que afecta fundamentalmente a las articulaciones de la columna vertebral y ésta tiende a soldarse (anquilosarse) produciendo dolor y rigidez.
Es más común de lo que se creía hasta hace unos años. De hecho, actualmente nuestro objetivo es conseguir un diagnostico mas precoz, para intentar prevenir la disminución de la movilidad de la columna (anquilosis).
Prevalencia de la Espondilitis Anquilosante
Según calculan diferentes estudios epidemiológicos puede llegar a diagnosticarse hasta 7-10 nuevos casos por cada 100.000 habitantes por año en nuestro medio.
La EA forma parte del grupo de enfermedades reumáticas denominadas espondiloartropatías. Este grupo lo conforman la espondilitis anquilosante (EA), la artritis reactiva, la artropatía psoriásica, la artritis asociada a la enfermedad inflamatoria intestinal y las denominadas espondiloartritis indiferenciadas.
Todas comparten características comunes (síntomas, genética, representación en imágenes e incluso respuesta a los mismos fármacos). En niños y adolescentes también encontramos estas patologías dentro de un subgrupo de las artritis crónicas idiopáticas juveniles (las artritis –entesitis).
Signos
Usualmente se comportan con brotes, pueden ser episodios de semanas o meses de inflamación y mayor rigidez que pueden afectar no solo a la columna, sino también a las articulaciones periféricas (rodillas, tobillos, hombros, caderas entre otras) y a las inserciones tendinosas (entesis).
En la columna vertebral, si no controlamos esos episodios y se convierten en procesos crónicos, con el tiempo terminan formándose erosiones óseas, calcificaciones, puentes óseos que llevan finalmente a la temida anquilosis que es la fusión de las articulaciones.
Cuando este proceso inflamatorio tiene lugar a nivel de las articulaciones periféricas (manos, hombros, rotillas, tobillos, entre otros), es muy típico que se produzcan calcificaciones sobre las inserciones de los tendones (entesis) y en zonas adyacentes a las articulaciones como un intento de reparación del mismo organismo, llevando a deformidades o daños articulares muchas veces irreversibles.
Finalmente, la espondiloartritis puede asociarse en ocasiones con manifestaciones extra articulares como psoriasis cutánea, la uveítis anterior (en el ojo) o la enfermedad inflamatoria intestinal (Enfermedad de Crohn o Colitis ulcerosa), que obliga en muchos casos a una valoración multidisciplinar con otras especialidades.
Diagnóstico precoz y terapia de la EA
El diagnóstico precoz y la instauración de una terapia adecuada es lo que nos permite conseguir el control de la enfermedad.
Ese diagnóstico precoz se basa en el reconocimiento de la patología antes de tener las consecuencias de la inflamación crónica que es la anquilosis o abolición de la movilidad de la columna, la aparición de las calcificaciones severas en las entesis o la deformidad o destrucción articular.
Intentamos hacer un diagnóstico en las primeras fases solicitando la valoración de marcadores biológicos, genéticos y de imagen de radiología simple, así como la resonancia de sacroiliacas. Esta última técnica es la que ha adquirido en los últimos años un mayor protagonismo y cada día está demostrando una fuerte superioridad.
Terapias
Esta enfermedad cuenta con grandes avances en el campo terapéutico con la llegada y desarrollo de las llamadas terapias biológicas, también llamados fármacos modificadores de enfermedad biológicos ( FAMEs b).
Han supuesto “un antes y un después” tanto para los pacientes, como para los médicos. Previo a estos fármacos, solo disponíamos de una opción farmacológica con los pacientes que tenían inflamación en la columna vertebral y esos eran los anti inflamatorios no esteroideos (AINEs), tipo ibuprofeno, naproxeno, indometacina y los COX-2. Actualmente, los seguimos utilizando tanto como terapia inicial y bajo estricto protocolo, como en brotes inflamatorios; ya que han demostrado eficacia y si se usan bajo control médico.
Cuando su uso está limitado, contraindicado o es insuficiente para el control de la enfermedad, recurrimos al uso de las terapias biológicas.
Respecto al tratamiento de las articulaciones periféricas, es un tanto diferente y aquí sí podemos usar los llamados fármacos modificadores de la enfermedad (FAMEs) clásicos tipo salazopirina, metotrexato o leflunomida. La asociación de manifestaciones extraarticulares como la piel, enfermedad inflamatoria intestinal también influirán en la lección del tratamiento. De tal manera que la mejor estrategia terapéutica resulte de una valoración personalizada para cada paciente en función del cuadro global de sus manifestaciones.
Es importante hacer hincapié en que no solo las terapias farmacológicas son importantes, llegados al punto de necesitarlas en esta enfermedad. El ejercicio físico (no solo la fuerza, sino mantener la flexibilidad de la columna) y el cambio de estilo de vida hacia uno cardiosaludable son de crucial interés e incide en el pronóstico del paciente.
Por otro lado, llamamos la atención sobre la poca utilidad de pruebas como la gamagrafía ósea, ya que es una prueba muy sensible, pero poco específica, lo que se traduce en muchos falsos positivos. Teniendo siempre necesidad de realizar una resonancia magnética nuclear.
Este es un pequeño resumen sobre esta patología, donde resaltamos que un diágnostico precoz, y un tratamiento y seguimiento adecuados cambian la historia natural de la enfermedad y le dan al paciente la posibilidad de que, a pesar de su padecimiento, lleve una vida normal.
Fotografía de Racool_studio de freepik
2 Comments
Didac
mayo 5, 2022 at 3:37 pmHola muy buenas, tengo HLA-b27+ espondilitis anquilosante. Mi enhorabuena por vuestra labor, muy bien explicado y con cierto grado de optimismo. Felicidades
reumahealth
mayo 17, 2022 at 8:26 am¡Muchas gracias!
Un abrazo.